Y hoy, todo es diferente...

Un 22 de octubre me hice una promesa a mí misma... creo que será un pequeño detalle de mi vida que no olvidaré. 

Sinceramente fue como un pequeño espectáculo... como un sketch cómico improvisado. Había una tarta con cera derretida, un mechero que no quería funcionar, un viento traicionero que intentaba apagar las dieciséis velas antes que yo, la canción del cumpleaños feliz más rápida, corta, extraña y divertida que nunca antes se había visto, veinte personas aproximadas y muy especiales a mi lado con sus respectivas sonrisas... y un deseo.

Un deseo que pronto se hará realidad.

Y es que hoy, me siento bien. Me siento querida, guapa y con ganas de comerme el mundo.

Hoy todo es diferente... ya no hay vergüenza, ni personas que hablen por mí. No hay rencor, miedo, lágrimas.

E incluso me atrevería a decir que hay un diminuto indicio de felicidad... 

Al fin, después de tanta oscuridad, se aproxima el rayito de luz, de esperanza, que tanto tiempo había estado esperando.

Hoy puedo respirar con una sonrisa sin motivo dibujada en los labios. 

Hoy puedo ser yo misma sin importarme el lugar, el pensamiento y lo que digan los demás.
Hoy siento que puedo vencer a la soledad.

Hoy puedo sentirme libre, especial y alguien en la vida.

Hoy puedo hacer cualquier cosa que me proponga, cumpliré cada uno de mis sueños y de mis objetivos... hoy para mí nada es imposible.

De aquí en adelante valdrá la pena... de aquí en adelante, por fin todo será diferente.