No sabes valorar lo que tienes, hasta que lo pierdes


Se que realmente nunca has sabido aceptarte tal y como eres; que todas las decisiones que has tomado, así como el trabajo al que tanto esfuerzo
le has dedicado, son rechazadas una y otra vez por esa ridícula parte de tu mente que se limita a juzgarte de la forma más dañina posible. Se perfectamente que no te has valorado de la forma que mereces, y que siempre has vivido condenada a vivir con la carga de esos malvados pensamientos que van destruyéndote poquito a poco. Se de sobra que llevas mucho tiempo con el objetivo de cambiar lo inevitable.- Pues no eres consciente de que no hay vuelta atrás, que así lo escribió el destino y así será-
Sin embargo, debes mentalizarte. A pesar de tus errores, tus defectos y esa absurda forma de autodespreciarte, a pesar de todo el odio que sientes hacia ti misma, y tu estúpida manía de culparte por todo lo que te rodea....no es culpa tuya. Es inevitable.
El tiempo pasa, y con cada hoja del calendario que arrancas, que desaparece, llega un cambio nuevo dispuesto a transformar tu vida por completo. Además, este cambio no es cuestión de la caída de las hojas de los árboles o de la llegada de los días grises y el frío que congela los huesos. Ese cambio no se debe al zumbido de las abejas atraídas por el nuevo florecer de las flores ni mucho menos por la llegada del buen tiempo y el calor. No se trata de algo que puedas evitar o parar. Se trata de la cruda realidad. Pues cada uno de nosotros crece y marca un nuevo camino hacia un futuro diferente. Y sí, fue todo un placer compartir la mayor parte de tu vida con ellos... pero no te queda otra. No puedes aferrarte, debes dejarlos ir.
Por raro que parezca, no, no es culpa tuya que las distancias entre dichas relaciones aumenten de centímetros a kilómetros. No debes culparte por ello, sino por  el hecho de no haber sabido valorar lo que tenías en su momento. Tendrías que haber aprendido a aprovechar mejor su compañía cuando los tenías a tu lado, a pesar de que las situaciones de tu vida te mantuviesen al margen. Ahora es demasiado tarde para incorporarte. Tus oportunidades se agotaron. Una vez más vuelve a cerrarse un nuevo libro sin que sus personajes conozcan a la protagonista de la historia. Vuelves a convertirte en ese personaje principal que pasa a un quinto plano rodeada de arrepentimiento y soledad, ansiosa por reencarnarte a un nuevo libro.... un libro con un final feliz en el que, al menos una sola persona de dicho cuento, consiga escuchar todos esos gritos de ayuda que pides en silencio, ver más allá de esa sonrisa que te dibujas en la cara, comprender por qué eres así, y, en definitiva, entenderte como nadie ha sabido hacerlo durante casi 18  historias diferentes.




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