<<Aunque años atrás tus ojos ya se habían cruzado con los míos en numerosas ocasiones,
ese día, decidiste dedicarme una mirada diferente, insinuosa, mágica...>>
Apareciste en su vida de improvisto, con la llegada del nuevo año.
Ella no se lo esperaba, y realmente tú tampoco, pero a partir de ese momento, quisiste jugar a ir conquistándola poco a poco. La verdad es que creíste que sería más fácil pero puso parte de resistencia.
Aún así, pronto, tu forma de insistir a través de palabras bonitas comenzó a dar sus frutos; y, aunque al final te costó, tampoco fue imposible.
En ella conseguiste despertar algo que nunca antes nadie había despertado. Le aplicaste aquella sonrisa que hacía tiempo que no visitaba su cara, y la felicidad que durante tanto tiempo se había ausentado de su corazón.
Fuiste el protagonista de todos y cada uno de sus sueños, -tanto en los que permanecía despierta como en los que no-. Pasabas el día buscando la mas mínima escusa existente para que te dirigiese una simple palabra. La visitabas siempre que podías, llegando a transformar sus viernes por completo. La escuchaste, le aconsejaste, fuiste protagonista de sus más cálidos abrazos, conseguiste que sus besos cada vez fueran menos tímidos... incluso dormiste a su lado, sintiendo su pausada respiración a escasos centímetros de ti.
De esa forma, pasaron los meses, sin que ni siquiera tú depararas en lo lejos que había llegado tu condenado juego, no pudiste evaporar a tiempo todas las ilusiones y sentimientos que habías provocado en ella. No deparaste en la profunda huella que dejaste marcada en su corazón. Quizás porque tú también fuiste víctima de tu propias mentiras, tal vez porque al fin y al cabo no fue sólo ella la que acabó creyéndoselo todo, probablemente porque tú llegaste a sentir lo mismo.
Y cuando quisiste ocultar ese dolor a través de ausencia y silencio por tu parte... ya era demasiado tarde. Ya todo el dolor había sido causado, hiciste que fuesen arrancadas todas las esperanzas que habías dejado en su interior... y es que se te desbordó el plan. Se te fue de las manos sin apenas darte cuenta.
Se te descontroló la situación. Le hiciste creer demasiadas cosas de las cuáles ni siquiera tú supiste si sentías de verdad.
Pagaste tu pasado con su inocencia y su ternura, haciéndole pasar por lo que tiempo atrás te hicieron pasar a ti. Pagaste tu confusión con su dulce forma de querer...
Y bueno, aunque sabes perfectamente que ella es lo suficientemente fuerte como para que se le haya quedado el corazón partido en 500 pedacitos, o el alma destrozada en dos, aún así se acumuló culpabilidad en tu cabeza por haberle hecho daño a una buena chica. De esa forma descubriste que ella sí que merece ser feliz. Ella sí que debería encontrar a alguien mejor, alguien que la quiera de la misma forma que tú quieres a otra.
Descubriste que te equivocaste, que quizás ella no fue a la que tendrías que haber disuadido ¿Por qué? Simplemente porque es la que menos lo merecía.
En fin... al menos le pediste mil perdones por tu fea forma de actuar, por haber cometido ese gran error, y por todo en general. Por lo menos tuviste el valor de enfrentarte a tus propias dudas y aclararle toda la verdad... y eso, para ella, es suficiente.
Por ese simple motivo, ella ni te guardará rencor, ni te juzgará sino que hará todo por defenderte, comprenderte y ponerse en tu piel en todo momento.
<< A pesar de esto; gracias. Por las sonrisas, los viernes, la confianza, tu orgullo, mis sueños, la paciencia, tu olor, los tropezones, las madrugadas, el céntimo, el melocotón...
y en general, por darme una lección de la vida. Mentiría si te dijese que no te quiero. >>
y en general, por darme una lección de la vida. Mentiría si te dijese que no te quiero. >>
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