Sí, he caído en innumerables ocasiones... pero aquí sigo. En pié, pisando fuerte y preparada para cualquier reto que la vida tenga preparado para mí.
Que si he tocado fondo o permanecido entre la oscuridad de las mayores profundidades marinas ya no es un problema. Ya ni me importa ni tengo miedo, porque estoy convencida de que jamás volveré a caer.
Que si he sido capaz de superar todo mi pasado yo sola, y de encontrar las pistas necesarias para superar los obstáculos sin ayuda de nadie... Podré continuar con el resto.
No me hará falta nada más que una simple sonrisa en los labios y un gran depósito de esperanza en el corazón. ¿Por qué? Pues porque he descubierto que soy de hierro. Que me crearon a base de balas, que tengo la fuerza de miles, que puedo con todo lo que me pongan por delante y más, y, que me sobran fuerzas para cargar con el peso de mi vida a mis espaldas.
Ahora soy capaz de dejar los problemas a un lado, y superarlos poquito a poco sin la necesidad de implicar a nadie. Empieza a gustarme la sensación que siento al reírme todas los días del mundo desde que pongo un pie en el suelo, o la de dormir cada noche sin que las dudas y las lágrimas me desvelen a cada hora. Me siento viva.
Y, desde el momento en el que no todo sea perfecto, tropiece, o la idea de ''imposibilidad'' comience a rondar por mi cabeza; recordaré todo lo que he sido capaz de superar hasta ahora y me convenceré a mi misma de que podré volver a hacerlo una vez más.
Al fin y al cabo la costumbre le ha dado paso a la sencillez... además, sé que vale la pena.
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