Y volviste a hacerlo... parece que poco a poco te has ido convirtiendo en una experta en eso de contradecirte a ti misma.
Y mira que te lo advertí: NUNCA escupas hacia arriba.
Dijiste millones de veces que nunca te enamorarías a primera vista, que tenías la fuerza de miles, que andabas con los pies de plomo, que te cubrías las espaldas como nadie, y que jamás necesitarías ayuda.
Pero no lo cumpliste... ¿y ahora? Ahora estás enamorada, se limitaron tus fuerzas, atraviesas arenas movedizas, dejaste tu espalda al aire -dejando que el viento contara todos y cada uno de tus lunares- y necesitas más compañía que nunca.
Fíjate, rompiste las reglas y te rompieron el corazón.
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