Farewell
Y se levantó igual que siempre, de la misma forma que lo había hecho todas las mañanas anteriores que formaban su vida. Como todos los días, sabía perfectamente donde se encontraba... pero en el fondo, no sabía en qué lugar exacto encajaba y además andaba más perdida que nunca.
Ella, con la cabeza gacha y la mirada perdida, caminaba sin rumbo, sin saber qué hacer, en busca de una respuesta que le aclarara las cosas, de alguien con quién conversar, y en busca de aquellas sonrisas e ilusiones que un día partieron sin decirle hacia donde se dirigían... Recorría su casa y cada rincón de las calles de su gran ciudad rodeada de gente, pero más sola que nunca. Daba pasos cortos y deambulaba a través del frío, la lluvia, el calor o la nieve, y aunque tenía millones de pensamientos en la cabeza, no pensaba en nada en particular. No era consciente de hacia donde se dirigía, y sólo el hambre o la borrosidad que provocaba las lágrimas de sus ojos hacían que despertara de su inconsciencia.
Como todos los días, ella volvía a su casa sin encontrar nada de lo que andaba buscando, y con una menor cantidad de esperanza en su corazón. Seguía sin saber lo que le pasaba, seguía sin saber qué hacer, sin entender nada.
Había pasado otro día en el que la monotonía de la rutina invadía el ambiente... pero estaba dispuesta a no cometer el mismo error, se atrevía a un cambio, estaba decidida a darle un vuelco a su vida.
Entonces deparó en que su depósito de paciencia y esperanza se había agotado, no, nada, ni una simple gota, ni si quiera un minuto más. En ese mismo momento lo supo, mañana sería diferente, claro que sí. Por fin todo iba a acabar, todo iba a deshacerse... además sería fácil no tenía que despedirse de nadie, al igual que nadie se lamentaría por su ausencia.
Ya sabía lo que iba a hacer, ya tenía una respuesta, ya estaba todo resuelto, ya tenía una idea en mente:
Mañana se iría para no regresar jamás.
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