Encontrarte a ti misma
Entonces, aparece algo. No sabes en qué punto exacto de tu cuerpo se encuentra, pero lo notas. Es como un latido que se va propagando cada vez más, que va emitiendo una fuerza cada vez mayor... un latido cuyo pum se quiere hacer notar. Y lo consigue, porque lo sientes.
Te das cuenta de que produce una serie de vibraciones, como unas ondas que se van trasmitiendo poco a poco a todo tu cuerpo hasta que te invade. Pero no es nada malo, todo lo contrario, son buenas.
Sientes como te vas llenando de esperanzas, de sonrisas, de ilusión... Sientes que ya no te importa nada y que tienes el poder de todo en tus manos. Que si quieres puedes y que nada es imposible.
Es ahí cuando deparas en lo difíciles y complicadas que eran las cosas en épocas anteriores, te empiezas a fijar en lo que te costaba ir con el peso de tu vida a rastras, y lo duro que era todo hasta entonces.
Y te das cuenta de que vivias asumida en un reloj parado, que no andaba, que no se movía y que permanecía inmovil en el tiempo. Que tu eras ese segundero que no tenía fuerzas necesarias para seguir haciendo tic-tases por ahí. Y que no estás dispuesta a seguir así. Que has encontrado la oportunidad de un pequeño cambio, que por fin, tras tanta espera te has encontrado a ti misma... y vas a aprovecharlo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario