Hola antigua yo.
Ya hace montón de tiempo que desapareciste de mi vida por completo, pues los días han dado paso a los años, y yo aún sigo sin saber nada de ti... pero no creas para nada que te he olvidado. Al contrario, la verdad es que no he dejado de recordarte y, además, te echo muchísimo de menos.



Durante tu ausencia, las cosas por aquí han dado un giro completo de 360 grados.
He cambiado: ahora estoy más despierta que nunca, y mis pies han pasado a ser de plomo por lo que estoy perfectamente sujeta a la tierra. Sé salir sola de los agujeros que el destino escava para mi y puedo resolver mis problemas sin ayuda de nadie, sin pedir consejo ni opiniones. Miro más allá de mis propios pensamientos y me conciencio de las intenciones ajenas por muy duras que sean. Cometo errores, pero me río de mis fallos, los reconozco y aprendo de ellos. He descubierto que la mente es el motor que me guía, y que si me mentalizo sobre algo y me lo propongo, lo conseguiré. 
Además, las puñaladas traicioneras que me han lanzado a mis espaldas me han convertido en otra persona: No es precisamente ''fuerte'' el adjetivo que me define... sino más bien ''cabrona''. Y es que, he llegado a tal punto donde ya no me importa el resto del mundo, sino yo misma... que primero debo pensar en mí, y si tengo tiempo, ya después podré darle paso al resto; pero no al revés. 
He asimilado que si estoy viva es por algo, y que, aunque hayan momentos donde mi mente y mis fuerzas desistan por completo, debo aprovechar el hecho de que mi corazón lata con fuerza. Porque realmente todo esto es un regalo y una oportunidad a la que me tengo que dedicar al máximo.
Sin embargo, a pesar de que gracias a tu ausencia me he convertido en una Angharad más fuerte y preparada para las diferentes situaciones de la vida, hay ciertas cosas de ti que extraño.
Detalles que solo tu sabías ver y comprender.
Nada es igual que antes, antigua yo. Echo de menos la sencillez con la que veías el mundo, tu infinita inocencia y tu alma soñadora... pues con tu huida han escapado también la mayor parte de mis mejores sueños... la imaginación ha dado lugar a la excesiva realidad y la inspiración ha volado lejos de mí. 
Echo de menos cómo hacías que mi risa no le temiese a nada, o que no me importasen los pensamientos del resto del mundo. Tu espontaneidad y tus inagotables ganas de vivir, descubrir y aprender.
Sin ti, todo se ha convertido en monotonía, el mundo ha abandonado su gran gama de colores particular para impregnarse de color sepia. Y mi pasion por el chocolate se ha esfumado por completo... supongo que es porque ahora soy menos dulce que antes.
Contigo todo era diferente... llevaba puesta siempre en la cara una sonrisa completamente sincera, y no usaba tapaderas de ningún tipo. Disfrutaba al máximo de cualquier cosa, por muy tonta e insignificante que fuera. Tú llenabas mi cabecita de millones de ideas disparatadas que hacían que el mundo fuese más simpático y risueño. Sustituías los problemas y los trabes tontos, por ilusiones y esperanzas de todo tipo.
Pero todo eso se esfumó con tu retirada.
Bueno, supongo que la culpa fue mía, y que te fuiste porque dejé que el dolor y las antiguas preocupaciones te fuesen reemplazando poco a poco, hasta llegar a sustituirte; pero ahora comprendo que nunca debí hacerlo, que nunca debí dejar que la tristeza y la soledad fuesen mayores que tu forma tan especial de ver el mundo, de interpretar la vida.
Recapacité... te llevaste lo mejor de mí, todas y cada una de las piezas que formaban mi felicidad. Y ahora estoy perdida, y siento que nada de esto tiene sentido.
Solo espero que algún día puedas perdonarme, que regreses, porque odio la persona en la que me estoy convirtiendo. Que te necesito aquí para que me demuestres que todo esto vale la pena, que no estoy loca.
Y que me guíes hacia la salida del laberinto al que yo misma entré.  
(si no lo haces lo entenderé, aunque me aterra pensar que quizás te hayas ido para siempre y que tendré que sobrevivir con las feas características de quién me he convertido hasta el resto de mis días)
Aún así, espero que me eches un poquito de menos y que decidas volver, que puedas transformarme en la chica que era, trasladando hacia el presente a mi antiguo yo.
Pero si lo haces, si vuelves, debes traer contigo una gran cantidad de sonrisas de corazón, un alma verdadera, y una dosis inmensa de felicidad. Ah, y tienes que jurarme que jamás volverás a abandonarme. Y que si vienes esta vez será para quedarte.
Recuerda, yo te estaré esperando toda mi vida.
· Con cariño:  actual yo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario