Y estás tan acostumbrado a sufrir, a pasarlo mal y a no sentirte nadie en la vida que llega un momento en el que incluso te cuesta sonreir. Llega un momento en el que no te crees que estés sonriendo. Te cuesta pensar que no tienes motivos por los que llorar, por los que preocuparte o por los que no dormir por las noches.
No te crees que por fin, todo haya ido cobrando color después de haberte pasado tanto tiempo asumido en el blanco y negro.
Ahora, aunque no tengas motivos por los que preocuparte, lo sigues haciendo porque te invade el miedo... miedo a lo que vendrá después de las sonrisas. Miedo a que después todo vuelva a desvanecerse y esa pequeña ''felicidad'' pase a convertirse en un pequeño pasado. Miedo a que todo vuelva a repetirse. Miedo al futuro.
Y es que dicen por ahí que cuanto más te eleves, mayor será la caída.
No hay comentarios:
Publicar un comentario