Eso es lo peor.
Que salten en tu cabeza imágenes aleatorias de esa historia. Que se escapen los recuerdos y que aunque ya no duelan, aparezcan. Y que vuelvan a tu cabeza todas esas preguntas que creíste olvidadas...
Pero entonces entra en juego la razón. Y bendita razón. Consigue abrirte los ojos, ordenar los recuerdos y volver a guardarlos bajo llave dado que no puedes olvidarlos por ser parte de tu vida, quieras o no.
Y entonces, es cuando te das cuenta que has ganado más de lo que un día perdiste; te das cuenta de que lo que echas de menos no es a él, sino a la situación, a esa maravillosa obra de teatro que por unos días hizo que te sintieras mágica, especial, y lo más importante... querida.
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