Continuar, casi nada

Y de pronto, sin comerlo ni beberlo, como quien no quiere la cosa... la luz se apagó, se interrumpió la calma, se apagaron las sonrisas, todo se volvió oscuro, caí al suelo después de haber estado a punto de tocar las nubes, se limitaron las esperanzas y lo que se suponía que iba a ser el mejor día de mi vida se desvaneció de repente transformándose en cenizas... convirtiéndose sin duda, en el peor.
Así que me propuse a flotar en el aire, a dejarme llevar, a desconectar de todo lo que me rodeaba. A olvidarme de cualquier preocupación que apareciese en mi cabeza y a disfrutar de los pequeños detalles que la vida tiene preparada para mí.


Y entonces me propuse a seguir adelante con la cabeza bien alta, con una única idea en la cabeza:
¿Por qué rendirse casi al final del camino? ¿Por qué abandonar ahora que había llegado tan lejos?
Y entonces pensé... no, no vale la pena. Porque si he llegado hasta aquí podré continuar sin que nada ni nadie logren impedirlo. Saldré de ésta, como he salido de todo lo demás.
Porque lo que no te mata te hace más fuerte.
Y por ahora, sigo aquí.
Dispuesta a pisar fuerte, a luchar, a continuar, a hacerme de notar, y cómo no, a sonreír.

No hay comentarios:

Publicar un comentario